domingo, 12 de junio de 2011

Fabulas de Felix Samaniego

 El asno y el cochino

                                               A los caballeros alumnos 
       del Real Seminario Patriótico Vascongado 

Oh jóvenes amables,
que en vuestros tiernos años 
al templo de Minerva 
dirigís vuestros pasos, 
seguid, seguid la senda
en que marcháis, guiados, 
a la luz de las ciencias, 
por profesores sabios. 
aunque el camino sea, 
ya difícil, ya largo,
lo allana y facilita
el tiempo y el trabajo. 
Rompiendo el duro suelo, 
con la esteva agobiado, 
el labrador sus bueyes 
guía con paso tardo; 
mas al fin llega a verse, 
en medio del verano, 
de doradas espigas, 
como Ceres, rodeado. 
A mayores tareas,
a más graves cuidados 
es mayor y más dulce 
el premio y el descanso. 

Tras penosas fatigas,
la labradora mano 
¡con qué gusto recoge 
los racimos de Baco! 
Ea, jóvenes, ea,
seguid, seguid marchando 
al templo de Minerva, 
a recibir el lauro.
mas yo sé, caballeros, 
que un joven entre tantos 
responderá a mis voces: 
no puedo, que me canso. 
Descansa enhorabuena; 
¿digo yo lo contrario? 
Tan lejos estoy de eso, 
que en estos versos trato 
de daros un asunto
que instruya deleitando, 
los perros y los lobos, 
los ratones y gatos,
las zorras y las monas, 
los ciervos y caballos 
os han de hablar en verso, 
pero con juicio tanto, 
que sus máximas sean 
los consejos más sanos. 
deleitaos en ello,
y con este descanso, 
a las serias tareas 
volved más alentados. 

Ea, jóvenes, ea.
Seguid, seguid marchando 
al templo de Minerva, 
a recibir el lauro.
pero ¡qué! ¿os detiene 
el ocio y el regalo?
Pues escuchad a Esopo, 
mis jóvenes amados:

Envidiando la suerte del Cochinos, 
un Asno maldecía su destino. 
«Yo, decía, trabajo y como paja;
él come harina, berza, y no trabaja: 
a mí me dan de palos cada día;
a él le rascan y halagan a porfia.» 
Así se lamentaba de su suerte; 
pero luego que advierte
que a la pocilga alguna gente avanza 
en guisa de matanza,
armada de cuchillo y de caldera, 
y que con maña fiera
dan al gordo Cochino fin sangriento, 
dijo entre sí el jumento:
«si en esto para el ocio y los regalos, 
al trabajo me atengo y a los palos.»

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